El líder tecnológico en viajes presenta los cuatro lugares que dieron origen a los platos más conocidos globalmente.
Para casi la mayoría de los miembros de la comunidad viajera en Colombia (91%)* la motivación principal para viajar a un destino es probar la comida local, pero, aunque los orígenes de algunos de los platos favoritos de las gastronomías locales puedan parecer muy obvios, a menudo estos pueden ser engañosos.
Según investigaciones recientes de Booking.com el 58% de los viajeros a nivel global planean comer y beber de todo durante las próximas vacaciones. Con la misión de hacer que sea más fácil para todos experimentar el mundo, y para no desviar a los viajeros hambrientos, Booking.com comparte los verdaderos orígenes de cuatro de los platos favoritos de la cocina global, para revelar los destinos detrás de los alimentos por los que vale la pena viajar.
Papas Fritas - Brujas, Bélgica
Suaves por dentro y crujientes por fuera, ¿a quién no le encanta unas buenas papas a la francesa? Si bien el nombre puede llevar a pensar que este clásico favorito de los pequeños y los adultos fue inventado en Francia, los orígenes de este manjar datan de su concepción en Bélgica. No es de extrañar que los viajeros puedan encontrar papas fritas crujientes caseras en casi todos los rincones de las calles de este país.
Cuenta la historia que el plato se inventó en Bélgica en el invierno de 1680 en Namur, la ciudad capital de la provincia Valona. Debido a las bajas temperaturas, y a que el río local estaba congelado, los habitantes de la ciudad tuvieron que optar por una opción de comida diferente, a su habitual pescado frito.
La papa frita fue el resultado de esta experiencia y se convirtió en la mejor alternativa para la población, y el resto es historia. Si bien algunos historiadores han cuestionado la autenticidad de este cuento, Bélgica está convencida de que este platillo icónico se inventó en su país.
Albóndigas Suecas - Estambul, Turquía
Conocidas en todas partes como esa recompensa icónica al final de la visita a la tienda de muebles más grande del mundo, las albóndigas suecas fácilmente harían pensar a cualquiera persona que es una de las exportaciones más exitosas de Suecia. No obstante, la receta de estas albóndigas resulta no haber surgido en Escandinavia.
De hecho, se puede trazar la receta original a sus inicios en Turquía. La fórmula turca fue traída a Escandinavia en el siglo XVIII por el rey Carlos XII después de pasar un tiempo exiliado en el Imperio Otomano. Las albóndigas en Turquía son conocidas como köfte, un popular plato de comida callejera que está hecho de carne de res y cordero —a diferencia de la versión sueca que se hace principalmente de carne de cerdo— junto con ingredientes comunes como la cebolla, el huevo, el perejil, el pan rallado y la sal.
La Dona - Atenas, Grecia
Azúcar y masa frita, ¿a quién no le gustaría una dona recién horneada? Conocidas por su fama y popularidad en los Estados Unidos, la historia de esta fabulosa fritura se remonta a varios siglos atrás. En realidad, fueron los antiguos griegos quienes inventaron las primeras donas, también conocidas como loukoumades.
Estas esponjosas bolas de masa frita, cubiertas de almíbar o miel se entregaban originalmente como los premios a los ganadores de los antiguos Juegos Olímpicos, pero hoy en día se pueden encontrar en casi todos los rincones de la calle del país, sobre todo en la ciudad capital de Atenas.
Croissants - Viena, Austria
Imaginar que puede degustar de un croissant mientras va de camino al Louvre- claramente esta es una de las experiencias más francesas que pueda existir. Aunque en realidad, los famosos “cuernitos franceses” provienen de un país distinto.
Originalmente, los croissants se inspiraron en la golosina austriaca conocida como kipferl, un rollo de pan de levadura tradicional que se enrolla y se realiza en forma de medialuna antes de hornear, y que hoy en día se sirve como galleta.
El kipferl probablemente apareció por primera vez en Francia cuando se inauguró en 1838 la primera panadería vienesa de París. A todos los parisinos les encantó tanto este manjar, que como resultado comenzaron a hacer sus propias versiones. El kipferl se convirtió en francés en el momento en que se realizó con un hojaldre inflado, lo cual fue una innovación de este país, y así nacieron los croissants que todos conocen y aman en todo el mundo.
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